Continúa la digna primera autoridad civil de la provincia investigando los actos administrativos del Ayuntamiento de esta capital, y de su estudio detenido y examen inteligente, ha de resultar necesariamente, en breve plazo, algo de que todos los barceloneses debemos felicitarnos. O los cargos dirigidos contra la gestión municipal tenían fundamento, y entonces el señor Sánchez de Toledo, depurada la verdad de los echos y la participación de cada uno de los concejales en la trasgresión legal sometida, habrá de determínar, por la mera exposición de su informe, responsabilidades y castigos, o la atmósfera popular, y más que popular periodística, que contra el Ayuntamiento había ido condensándose, se disipará ante el viento de la verdad imparcialmente contrastada, arruinando calumniosas reticencias y devolviendo todo su esplendor a honras puestas en entredicho.
En uno y otro caso el resultado ha de ser benificioso para los intereses de Barcelona y su cuerpo Consistorial. En el primero, porque, conocido el mal, podrá aplicarse el cauterio que la naturaleza de la llaga exija, y, purificado el cuerpo enfermo, contará con nuevo vigor y nuevas energías que poner al servicio de la común prosperidad y progreso. En el segundo, porque la vacilante confianza del pueblo en sus administradores, afirmada con tan excepcional prueba, será base sólida para iniciativas fecundas; que nada alienta más al que maneja ajenos bienes que la evidente certeza de que el dueño y señor conoce su celosa honradez y su actividad inteligente.
Asunto, pues, es éste que si comenzó con los amargos dejos y enojosas formas que siempre acompañan á cuanto traspasa los linderos de la honra corporativa é individual, entrando en un terreno tan respetado y temido para los hombres de buena fé, como simpático y atractivo para los charlatanes de oficio, que á veces tratan de cubrir los agujeros de la conciencia con los girones de ajenas famas, ha de acabar siempre en bien, cualesquiera que sean su término y solución.
Por lo demás, en la gestión y desarrollo de estos hechos, mucho hemos tenido ya ocasión de apreciar, digno de aplaudirse y mencionarse.
Algunas indicaciones hemos formulado sobre ello, pero ni la justicia, con su poderosa fuerza, ni nuestras frases, con su humilde oportunidad, han sido parte bastante para conmover el ánimo de la mayoría de los diarios locales, á consignar la mención y á rendir el aplauso.
Nos referimos á los actos del digno ex-alcalde Excmo. señor don Manuel Porcar y Tió, que tanto realce han dado, al recopilarse, á la figura de nuestro respetable amigo.
Varios días hemos esperado el juicio de aquellos de nuestros colegas más batalladores en la cuestión municipal, acerca de ésta, quizás la más importante de sus incidencias. Con triste desencanto sólo hemos podido añadir un nuevo dato á nuestro convencimiento, de que tanto como la censura es fácil, aun excediendo de todos los términos razonables, es difícil el aplauso, aun dentro de lo extrictamente justo, para quienes están perturbados por la pasión política, ya que no por otras más ruines y mezquinas.
El señor Porcar y Tió, que nunca ambicionó el cargo de alcalde, que fué á la silla presidencial de nuestro Consistorio, cediendo á compromisos de partido y á cariñosas cuanto insistentes instancias de la amistad, puso al servicio de Barcelona toda su inteligencia, toda su actividad, todo su honrado y constante celo, hasta que razones de exquisita delicadeza, le aconsejaron dimitir su cargo.
Ninguna de las concupiscencias humanas, ni aun la de la popularidad, tan difícil de eludir para los hombres que desempeñan puestos públicos, tuvo acceso en su ánimo, haciendo desfallecer su íntegra rectitud. Ni. fatigas, ni debilidades retardaron su paso en la derecha senda del progreso y fomento de los intereses municipales, y desatendiendo los propios en muchas ocasiones, pudo realizar tan honrosa y fructífera campaña, como la que testifica con datos indiscutibles la memoria leída en la sesión en que entregó la vara á su digno sucesor el señor Martí y Gofau.
¿No merecen mención y aplauso estos servicios, hoy que se aplaude y menciona el acto más insustancial del más insignificante chisgaravís, con tal que éste sea de los que bullen y chillan?
¿No merecen mención y aplauso la creación de escuelas próximas á inaugurarse y de los Museos de la Historia, Comercial é Industrial; la Exposición de Industrias artísticas, lo relativo al Hospital Clínico y al de heridos del trabajo, las prevenciones sanitarias, las obras de la Casa Consistorial, la urbanización de varias calles del Ensanche, desvío de cauces, construcción de cloacas, conducción de aguas, inauguración del Nuevo Matadero y otros muchos trabajos que en gran parte se deben al señor Porcar y Tió?
¿No los merece la supresión de las delegaciones é inspecciones, fuente de inmoralidad?
¿No los merece tampoco el viaje hecho á Madrid por el señor Porcar, á fin de conseguir, como consiguió, con la eficaz ayuda de los diputados á Cortes por esta capital, considerables beneficios para los intereses de la ciudad con la nueva ley de Ensanche y con la solución de muchos expedientes importantes? ¿No los merecen, en fin, tantos otros servicios prestados á Barcelona por el señor Porcar y la noble modestia con que éste ha descendido sencillamente desde el sillón presidencial al escaño concejil, ofreciendo á su sucesor la más decidida cooperación y el más incondicional apoyo?
Ejemplos son dignos de imitarse y que contrastan con otros procederes, tan inexplicables como nocivos y que, sin embargo, han sido coreados por los ditirambos de varios periódicos, fáciles unos á la amistad, ganosos otros de notoriedades no alcanzadas por el propio mérito. -; Por nuestra parte, repetimos al señor Porcar la más sincera felicitación. Honrosa es y mucho su gestión como alcalde; tan honrosa y más si cabe, su carencia de soberbia y ambición.
Pueden no hacerle la debida justicia, reconociendo sus méritos públicamente, como públicamente le censuraron, los apasionados y los pícaros, que tampoco aplaudirán seguramente el término de la inspección gubernativa sea el que fuere, hallando en todo caso algo que censurar, porque esos tales sólo con el escándalo están á gusto; pero tendrá en cambio lo que sin duda de ser, la estimación y gratitud de las personas honradas e imparciales, único premio á que aspira él desinterés de los buenos patricios y único también que es digno de sus sacrificios.