viernes, 27 de mayo de 2011

23 de Noviembre de 1892 Revista de higiene

El Excmo. señor don Manuel Porcar y Tió acaba de dejar la alcaldía después de haber llevado á cabo importantísimas  mejoras que han dé agradecerle cuántos se interesan por la higiene de la localidad. Por su iniciativa se han proyectado un lavadero modelo, un depósito para pescado fresco que evite las manipulaciones de que era objeto, con gravo detrimento de la salud, y gracias al dignísimo ex-alcalde se ha completado el servicio sanitario de desinfección, adquiriéndose un carro especial utilizable para el transporte de las ropas y efectos usados por enfermos infecciosos, y ha quedado, por último, establecido el servicio farmacéutico gratuito para la asistencia domiciliaria á enfermos pobres.  Estas reformas y estas mejoras son dignas del  mayor aplauso y demuestran el buen celo del señor Porcar, durante el tiempo que ha presidido el Excmo. Ayuntamiento de esta capital. Indudablemente queda mucho por hacer y esperamos que lo hará su ilustrado sucesor el señor Martí Gofau, persona que tiene acreditado su  buen criterio, y su actividad y buen celo en el desempeño de los cargos que se le confian. Una de las cosas que al nuevo alcalde importa resolver, es el funcionamiento del «Asilo nocturno», que con tanto aplauso proyectó el señor Coll y Pujol.   Desde hace mucho tiempo hay, nombrada una Junta mixta de asilos, y esta es la hora que nada se ha resuelto y que Barcelona continúa huérfana de un Asilo que tanto necesita. ¿A qué es debida la poca actividad desplegada, tratándose de un asunto de tanta importancia y de tan reconocida utilidad? Una cosa análoga sucede con el proyectado Hospital para enfermedades infecciosas. ¿Qué dificultades insuperables se han opuesto á la realizacion de un proyecto por el cual tanto se interesaron  los reputados doctores Robert y Mascaró cuando formaron parte del Municipio, dignamente presidido por el señor Coll y Pujol? ¿Es por no haberse encontrado terrenos apropiados? Si así fuese, resultaría extremadamente ridiculo, porque de sobras puede hallarse uno que reuna todas las condiciones apetecibles. El Municipio tiene el deber, la obligación de montar un establecimiento de esta naturaleza y bajo ningún concepto debe subvencionar un hospital general para que destine un ala de edificio a enfermedades  infecciosas.  Esta subvención podrá convenir muy mucho al hospital;á quien se conceda esta gracia, pero ni la higiene, ni el propio decoro de nuestra corporación municipal lo consienten. Tanto es así, que estamos segurísimos de que si se somete esta idea á la consideración de la Real Academia de Medicina, la rechazará por completo. El Municipio de la segunda capital de España está en el caso de tener su hospital propio y capaz para albergar un número respetable de enfermos, en el desgraciado caso de una invasión epidémica. No dudamos que los doctores Montero, Nebot y Massó serán del mismo parecer. Mejor puede pasar Barcelona sin hospital para los heridos del trabajo y sin embargo se pretende que el Municipio ceda terrenos de su propiedad. Cédanse en buen hora para tan benéfico objeto, pero no se deje abandonado el proyecto de hospital para enfermedades infecciosas, de cuya necesidad nadie puede dudar.
Esperamos que el señor,Martí Gofau se tomará interés por la pronta solución de los importantes asuntos señalados y de otros que afecten á la higiene de la localidad.