Los reporteros de los periódicos locales y todos los que por cualquier causa tienen que frecuentar, especialmente al anochecer, la oficina del piso bajo de las Casas Consistoriales, donde está la Comandancia Municipal, tienen ocasión de verá diario el gran número de personas de todas clases, condiciones y paises que, quiénes con frase ruborosa y temblona, quiénes con más soltura, todos con igual necesidad solicitaban ser acompañados á un Asilo á pasar la noche.
Es verdaderamente extraordinario, como decimos, el número de los que á aquella oficina acuden con tal instancia y es no menos doloroso que los empleados, en la mayoría de los casos, se vean obligados á no poder acceder á tan modestísima pretensión, ya por estar cubierto el número de estancias, ya porque no
reúnen las condiciones que para ingresar en el único Asilo que existe en Barcelona, se exige á los pretendientes.
; A menudo acuden á la oficina, en demanda de hospitalidad para un limitado espacio de tiempo, franceses, italianos, alemanes, etc; á todos ellos se les contesta con un despiadado no es posible, pues en el Asilo sólo se admiten naturales del país. El anterior Alcalde señor Coll y Pujol, inició la idea de un Asilo de hospitalidad nocturna, donde, á semejanza de los que existen en distintas capitales del extranjero, y en Madrid mismo, son acogidos durante la noche todos los que se presenten sin distinción de país, sexo, edad ni condición.
Esta idea fue favorablemente acogida, nombróse la indispensable comisión que debía llevarla á la práctica, redactóse el reglamento y aun se llegó á designar el local.
Pero aquí acabó todo: á la anterior administración municipal sucedió la actual y esta en los ocho meses que lleva de existencia, después de llevar y traer por las columnas de los periódicos y en los dictámenes y acuerdos de las Comisiones, el proyecto de Asilo, nada en concreto ha realizado, continuando la ciudad de Barcelona á despecho de su justificada fama de caritativa, sin un Asilo donde el desgraciado, el indigente, el transeúnte puedan cobijarse en las crudas noches de invierno y restaurar sus fuerzas con algún alimento.
Creemos que el señor Porcar, de cuyos buenos propósitos estamos convencidos, interpondrá su iniciativa para que aunque sea de un modo provisional é interino sean admitidos en el edificio del Parque los que lo soliciten, evitando el triste espectáculo de tener que despedir sin socorrerle al menesteroso que solicita abrigo y alimento.