sábado, 9 de julio de 2011

15 de Mayo de 1885 Revista de toros

Atención, caballeros, y mucho oído, porque vamos á ocuparnos de un asunto cornumental, ó mejor dicho, de un espectáculo de tomo y lomo que caracteriza al pueblo español, siquiera por la bravura que demuestran sus hijos, dedicados á luchar con fieras de cuatro orejas, en noble lid y en campo abierto, a la usanza de los antiguos infanzones de la Edad Media. El empresario señor Font, que es un mozo muy echado para adelante, y á quien la fortuna le sonríe de un modo fabuloso, se va volviendo algo tacaño, como le ocurre á todo aquel que persigue los cuartos aconsejado por la avaricia.
Y esto se lo decimos, aquí, en confianza y sin ánimo de mortificarle, fundando nuestra apreciación en el deseo que nos anima que no se parezca aquel á cierto personaje de Antequera, á quien no quisiéramos conocer, el cual ha ofrecido siempre mucho para no cumplir nada. O lo que es lo mismo, no ha tenido hasta el día obra buena ni palabra mala. Si los toros que se lidian en la plaza de Barcelona, procedentes de buenas ganaderías, tuvieran un año más, ¿no cree el señor Font que darían mejor juego, satisfaciendo así las aspiraciones de los aficionados y obteniendo además el empresario mucha honra y mucho provecho?
Pero dejemos en paz y en gracia de Dios al señor Font y no divaguemos empleando argumentos que toquen al bolsillo, toda vez que el que manda, manda, como justamente le sucede al monstruo malagueño cuando las oposiciones se le suben á las barbas porque no ha tomado ya las de  Villadiego, que era lo que en justicia procedía. Con que entremos en materia, y mucho ojo, mis queridos lectores, que el clarín suena y el presidente don Manuel Porcar i Tió, que es un barbián de ley, por más que forme en las filas de los ilegales, se dispone á sacar el pañuelo, no para limpiarse el rostro un tanto avergonzado de presidir la fiesta, sino para indicar que habían tocado las cuatro y que por tanto, comenzaba la corrida. Dicho y hecho; las cuadrillas
de Frascuelo y de Hermosilla, ricamente engalanadas pisan el redondel, recibiendo la salva de aplausos que es de ordenanza en estos casos, los cuales, después de los saludos de rúbrica, marchan á ocupar los puestos de honor que les corresponde. Y ya tenemos al primer toro en la arena, llamado Gamito, de cinco hierbas escasas, retinto, bien armado y flojo al hierro, el cual recibió dos puyazos y una colada de la gente de á caballo, colgándosele un buen par de arracadas y dos...